“Es en el conflicto donde las personas y las comunidades crecen y maduran…”.
1. LA COMUNIDAD CRECE Y MADURA EN EL CONFLICTO.
Donde la Iglesia se renueva, los conflictos aparecen y hacen sufrir. Cuando la Iglesia permanece estática, sin renovación, haciendo “siempre lo mismo”, a veces encerrada en sí misma, pareciera ser que hay menos conflicto. En las tensiones que vivimos en el momento actual, todos somos alumnos y aprendices.
¿Cómo fue en el pasado el caminar de los primeros cristianos?
Ciertamente, el pasado no tiene la solución de los problemas pero tiene la experiencia vivida.
Los primeros cristianos tuvieron muchos conflictos. Sólo el libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES habla de ellos más de cien veces. Se trata de conflictos de todos los tipos: “conflictos de tendencias, heredados del judaísmo; conflictos entre el centro y la periferia; conflictos con la política; conflictos entre los intereses económicos”. Conflictos entre grupos y entre personas, entre líderes y miembros de las comunidades, entre liderazgos de la primera y de la segunda generación, entre lo antiguo y lo nuevo, entre tradición y fe; conflictos que los cristianos provocaban en los cristianos; conflictos externos e internos; conflictos inevitables o evitables; conflictos previstos y provocados, y conflictos ocasionales; conflictos escondidos y no declarados, etc…
Convengamos que la fidelidad al Evangelio origina conflictos. Los Hechos de los Apóstoles transmiten una evidencia: es en el conflicto donde las personas y las comunidades crecen y maduran; es dentro del conflicto que se fortalecen la fe, la esperanza y el amor. El objetivo de los Hechos es relatar la historia del anuncio del Evangelio, hecho por los apóstoles, con la fuerza del Espíritu Santo, “en Jerusalén, en toda Judea, Samaria, y hasta los confines del mundo” (1,8).
Por un lado, aparece el Evangelio que va penetrando en la vida y en la historia de las personas y de los pueblos, y por otro lado, aparece el pueblo, la multitud anónima y confusa, deseosa de acoger la Palabra del Evangelio y de ser transformada por ella. (ver Hechos 2, 5-6,37.47; 3,9-10; 4,4; 5,1).
Entre el punto de partida (el anuncio del Evangelio) y el punto de llegada ( la transformación de la vida del pueblo o la restauración universal) (3,21) aparecen las fricciones y los conflictos, las tensiones y los problemas.
2. LA FUENTE DE LOS CONFLICTOS: TODO LO QUE ES CONTRARIO A LA VIDA.
El Evangelio es una FUERZA de VIDA NUEVA, brotada de la Resurrección de Jesús, transmitida por el Espíritu Santo y anunciada por los Apóstoles: “Dios lo resucitó” (Hechos 2, 32). Al resucitar a Jesús de la muerte, Dios reveló su voluntad sobre la vida humana y condenó todas las fuerzas de muerte que devastan la vida. En definitiva, todas las acciones y opiniones humanas contrarias al PROYECTO DE DIOS. He aquí la fuente de los conflictos. (Hechos 1,6-8; 2, 23-34; 3, 14-15; 4,19-20; 5,28-29; 7, 51-53). El Evangelio por sí mismo o a través de los que lo anuncian, irrumpe en la historia procurando libertar la vida de todos estos males (Hechos 2,4-6; 3, 6-8; 4,34; 5,15-16; 8,20; 9,40-41; 11,27-30; 12,7-10.)
El Evangelio invita (no impone) a todos para un cambio radical de mentalidad, de actitud y de comportamiento. Exige a la voluntad humana la CONVERSIÓN, abandono del mal (pecado) y una toma de posición frente a la realidad del mal. La conversión produce signos de ALGO NUEVO, tan nuevo, que la razón humana no consigue explicarlo a partir de sus propios criterios. El conflicto provocado por lo nuevo ya no cabe en el esquema antiguo. Por eso, muchos no logran entender el Evangelio: Hechos 2,12-13; 3,10-12; 4,13-14; 5,34-39;10,11-16; 11,3.
Ricardo Gómez – Secretario Pastoral de la Iglesia de Aysén
Equipo de Formación: “Caminemos, juntos nos formamos”.