LA NAVIDAD SEGÚN SAN FRANCISCO DE ASÍS

Navidad y Francisco de Asís
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La fiesta más antigua de la cristiandad es la Pascua de Resurrección de Cristo, el fundamento de la fe cristiana, el corazón del anuncio del Evangelio donde nace la Iglesia.

La consecuencia es ser cristiano, vivir la fuerza y la energía del Bautismo, que lleva a morir al pecado para vivir con Dios (Romanos 6,4). Ha sido en el siglo IV que la Navidad fue celebrada de manera plena en la Iglesia de Roma. Sin embargo, su importancia se desarrolló en la Edad Media sobre todo gracias a san Francisco de Asís. 

Peregrinación a Tierra Santa

En 1219 peregrinó a Tierra Santa donde visitó Belén, tocando con mano el lugar del Nacimiento. Cuatro años después, en diciembre de 1223 en un pequeño pueblo, llamado Greccio, a un centenar de kilómetros de Asís, un par de semanas antes de la Navidad convocó a Don Juan, un lugareño amigo suyo y le dijo: «Si quieres que celebremos en Greccio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno». (1 de Celano, 84-87).

El pedido encontró buena acogida en Don Juan que preparó el lugar señalado.

La descripción de aquella noche, relatada en la Biografía de San Francisco, escrita por Tomás de Celano de manera tan atrayente impulsó la tradición del pesebre captando el significado mas autentico del nacimiento de Jesús.

Una nueva dimensión

Este particular enfoque de la Navidad ofreció a la fe cristiana una nueva dimensión: la del amor de la pequeñez, del depender de los demás, de la precariedad del niño, enseñando un modo nuevo de vivir y de amar.

Gracias a san Francisco, podemos percibir que en Navidad Dios ha llegado a ser verdaderamente el «Emmanuel», el Dios-con-nosotros, que está a nuestro alcance.

En ese Niño, Dios se ha hecho tan cercano a cada uno de nosotros, que podemos tutearlo y mantener con él una relación como lo hacemos con un recién nacido.

Su condición de Niño nos indica además cómo podemos encontrar a Dios y gozar de su presencia. A la luz de la Navidad podemos comprender las palabras de Jesús: «Si no se convierten y se hacen como niños, no entraran en el reino de los cielos» (Mt 18,3), es cosa de ver cómo nos hacemos niños con los niños, por medio de la sonrisa, del habla y de los gestos.

«Todos retornaron a su casa colmados de alegría»

Tomás de Celano, refiriéndose a la experiencia de los pastores en la Noche Santa (cf. Lc 2,20), narra a propósito de quienes estuvieron presentes en la Navidad de Greccio: «Todos retornaron a su casa colmados de alegría» (1 Cel 86) 

Para la Iglesia antigua, la fiesta de las fiestas era la Pascua: la resurrección, en que Cristo había cambiado el mundo: había creado para el hombre un lugar en Dios mismo.

Francisco no ha cambiado la estructura interna de la fe con su centro en el misterio pascual; sin embargo, ha descubierto la humanidad de Jesús con una profundidad completamente nueva.

Este ser hombre por parte de Dios se le hizo del todo evidente en el momento en que el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Por eso que para Francisco de Asís la Navidad era la fiesta de las fiestas, en la que Dios, hecho niño pequeño, se crió a los pechos de madre humana.

En el niño del pesebre de Belén, se puede tocar a Dios y acariciarlo, es en la experiencia de la realidad de la humanidad de Jesús que se revela el gran misterio de la fe. Dios se ha hecho pobre. Dios se ha hecho dependiente, necesitado del amor de personas humanas, a las que ahora puede pedir su amor, nuestro amor.

Francisco al ser Diacono cantaba personalmente el Evangelio de Navidad y con los cantos navideños de los frailes, la celebración parecía toda una explosión de alegría (1 Celano, 85 y 86). Ese encuentro con la humildad de Dios se transforma en alegría: su bondad crea la fiesta.

Que el ejemplo de San Francisco nos acompañe en vivir esta Navidad de 2024.Plácido Ferracini – Encargado vicarial de formación