VIDA RELIGIOSA FEMENINA PRINCIPALES DESAFÍOS EN LA ACTUALIDAD

Vida religiosa femenina
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Inspirada en el “Día de la Vida Religiosa 2025” nos comparte desde Cuba la siguiente reflexión la hermana Teresita Rodríguez Gutiérrez, Sierva de San José, que sirvió hasta el año pasado en la Iglesia de Aysén.

Puesta a pensar en los tres desafíos actuales para la Vida Religiosa Femenina recurro a tres términos que no son nuevos en nuestro vocabulario y sí lo son cuando los resignificamos:

· PROFETISAS DE ESPERANZA

· COMUNICAR ESPERANZA

· DISCERNIR EN ESPERANZA

PROFETISAS DE ESPERANZA

Ser profetisas de esperanza es un desafío para hoy, y que así mismo ha de configurar nuestra Vida Religiosa, ha de tocar nuestras raíces carismáticas y vitalizar nuestra vivencia vocacional. Se trata de responder al Dios de la vida que sigue proclamando hoy su palabra.

Para abrir caminos proféticos en nuestra Vida Religiosa hoy no basta con leer a los profetas, ni admirarlos por sus hazañas y proezas, sino que siendo conscientes de nuestro don carismático para la Iglesia y para el mundo hemos de darle lugar en nuestra vida a la Palabra que quema nuestros labios, al mensaje que desordena nuestros proyectos, y estar dispuestas a mirar la realidad con la misma pasión salvadora con que Dios la mira oteando siempre el horizonte como vigía esperanzado o como el centinela que despierto vigila seguro de que Dios ha de cumplir su palabra. Los hombres y mujeres que hoy miramos ejerciendo la profecía fueron personas que se dejaron tocar por la realidad que les tocó vivir y se salieron de su lógica para responder a Yavé.

Si descubriendo el mensaje que hoy queremos dar, nuestra vida salta y se desordena como le pasa a Mirian la profetisa, tras pasar el mar rojo, entonces estaremos ante la pregunta que como Vida Religiosa nos hemos de hacer: ¿Cuál es el mensaje que estamos llamadas a pronunciar y ante quién hemos de pronunciarlo con esta realidad que hoy nos apremia de los excluidos, los migrantes y los pobres? Nuestra vida de fraternidad es ese mensaje que compartimos con los que nos ven vivir. Cada una de nosotras desde nuestros distintos Carismas, incluso nuestras Familias Carismáticas podemos dar respuesta a este desafío.

COMUNICAR ESPERANZA

La comunicación es un espacio transformador y con frecuencia la comunicación no genera esperanza, los Telediarios, las Redes… alimentan el miedo, la desesperación, el fanatismo, la desesperanza. También algunas veces nuestra comunicación cotidiana está cargada de desesperanza. La Vida Religiosa femenina está llamada a comunicar esperanza y esta comunicación es cuestión del corazón porque es una comunicación abierta y acogedora, donde la alegría, la esperanza, la resistencia y la resiliencia se dan la mano. El enfoque de nuestra comunicación es transformador. Tenemos que apostar por anunciar desde la esperanza. Esto significa perder el miedo, generar confianza y ser serviciales. Todos los consagrados de este mundo estamos llamados a comunicar con el corazón, comunicar cordialmente, que la comunicación no genere rencor, que no genera rabia y enfrentamientos; estamos llamadas a descifrar el espíritu crítico siempre respetuoso y con caridad, una vez que escuchemos a la otra con corazón puro, lograremos hablar en la verdad y el amor con humildad al escuchar, no separar nunca la verdad de la caridad.

En el contexto que como Mundo estamos viviendo, el conflicto global que hoy nos envuelve, nuestra comunicación tiene que tender puentes y estar dispuestas a dialogar, comprometidas en trabajar por desarmar y desmantelar la psicosis bélica que se anida muy dentro de los corazones. El enfoque de la comunicación nuestra es un tejido transformador. La apuesta es tejer nuestra vida desde la comunión y el encuentro para comunicar desde la Esperanza que no defrauda.

DISCERNIR EN ESPERANZA

Este tercer desafío no es menor, lo dejo para el final cuando debe ser el principio, quizá por la importancia que tiene en nuestra vida consagrada. El discernimiento es un ejercicio que nos enseñó s. Ignacio de Loyola, también Santa Teresa de Jesús y otros grandes santos, es una virtud que a veces tenemos que desempolvarla en nuestras casas, y sobre todo en nuestra vida cotidiana. Guardamos muchos, eventos, esquemas, proyectos, maneras de entender, modos de pensar y actuar… incluso puede que en algún momento nos estorben pero como “siempre se ha hecho así” seguimos arrimando el hombro. Qué tal si nos damos tiempo y nos atrevemos a revisar en nuestro “armario personal o comunitario” y ver qué nos puede ayudar a ser más hermanas y más humanas nuestra vida de Comunidad, de Región, de Provincia. Para vivir en esta dinámica de discernimiento necesitamos espacios de silencio y soledad, necesitamos entrar hasta el fondo de nosotras mismas, necesitamos tener una vida de oración diaria y que ese sea el momento más importante de nuestro día para que así nos impulse a dar lo mejor de nosotras mismas y vivir en el talante de discernimiento y que esa dinámica sea desde la esperanza, así nuestra Vida de Comunidad se crece ante cualquier dificultad. La invitación es a que como Vida Religiosa femenina cuidemos el discernimiento personal y comunitario con mucha esperanza de que nuestros Carismas estén aportando el Don que somos para la Iglesia.

Teresita Rodríguez Gutiérrez SSJ

Consulta de: “Dinamismo profético” Carmen Soto ssj CLAR “Comunicar Esperanza”