El 22 de julio recordamos María de Magdala, una ocasión para conocer como el evangelista Lucas la presenta.
María, era originaria de Magdala, un pueblo costero del Lago de Galilea, un puerto comercial, cuya vida giraba alrededor de la pesca.
En los últimos años se han llevado a cabo excavaciones arqueológicas, que han devuelto a la luz, parte del pueblo de aquel tiempo, con restos de una Sinagoga edificada pocas décadas después de Cristo.
Lo más probable es que Jesús haya encontrado María en su pueblo o en la vecina Capernaúm.
Lucas 8: Jesús recorrió ciudades y aldeas anunciando la buena nueva del reino de Dios y allí estaban con él los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades y les habían servido con sus bienes. Entre ellos estaba “María, llamada Magdalena, de quien habían salido siete demonios”. (8, 1-3).
Discípula comprometida
Lucas nos presenta a María integrando el grupo de los discípulos más cercanos al Maestro, los Doce y las mujeres.
La primera en ser mencionada es Magdalena, que Jesús había sanado profundamente de “los siete demonios” ¿De qué se habrá tratado? Un amplio abanico: desde ser prestamista-usurera a ludópata. Por cierto, había sido una sanación-liberación de cuantía. Ella sigue al Maestro, todos los días es testigo ocular de lo que dice, de lo que hace y también de su vida personal con los discípulos.
El punto crucial de la Cruz
Lucas 23, 49b: “Sus conocidos se mantenían a distancia, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea lo observaban todo”.
Lucas [23,55]: “Había un hombre llamado José, natural de Arimatea, ciudad de Judea. Pertenecía al Consejo, era justo y honrado y no había consentido en la decisión de los otros ni en su ejecución, y esperaba el reino de Dios. Acudió a Pilato y le pidió el cadáver de Jesús. Lo descolgó, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca, en el que todavía no habían enterrado a nadie. Era el día de la preparación y estaba por comenzar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás para observar el sepulcro y cómo habían puesto el cadáver. Se volvieron, prepararon aromas y ungüentos, pero el sábado guardaron el descanso ordenado por la ley”.
Magdalena, sigue al Maestro hasta el final, como testigo ocular también en el momento más triste, cuando junto a sus compañeras, sigue a José de Arimatea hasta el lugar del sepulcro, observa y luego participa en la preparación de los materiales para limpiar; honrar al cadáver del Crucificado.
La testigo del Resucitado
Lucas 24,1: “El primer día de la semana, de madrugada, fueron al sepulcro llevando los perfumes preparados”.
Muy temprano, “el primer día de la semana”… Magdalena encabeza el grupo de mujeres que van al sepulcro; entran, quedan desconcertadas al no hallar el cuerpo del Señor Jesús.
Por el imprevisto dialogo con “los dos hombres con las vestiduras resplandecientes”, Magdalena hace memoria de las palabras del Maestro en Galilea sobre su entrega, sufrimiento y resurrección. Junto a sus compañeras lo anuncia a los once y a todos los demás, se le nombra juntos a Juana y María, la Madre de Santiago.
“Ellas entonces recordaron sus palabras, se volvieron del sepulcro y contaron todo a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María de Santiago”. Lucas 9-10.
Magdalena es protagonista en el evangelio de Lucas, destaca entre las discípulas, desde la mención de su vida previa al encuentro con Jesús, sigue con un rol protagónico en el seguimiento desde la Galilea hasta los hechos cruciales de Jerusalén.
Magdalena lidera el grupo de mujeres, discípulas más cercanas al Señor Jesús, lo sigue en un bajo perfil, es constante, perseverante y fiel hasta el final, se hace cargo del momento del cuidado del cadáver; acoge lo inaudito de la Resurrección y evangeliza aquellos que habían sido seleccionados para evangelizar.
Magdalena es una luminosa figura de discípula que con su actuar nos provoca en nuestro seguimiento del Maestro amado; notemos que lo hace haciendo comunidad tanto con las otras mujeres como con los discípulos; María de Magdala es constructora de comunidad. El Papa Francisco en el 2016 elevó el nivel de la celebración de Magdalena desde memoria a fiesta litúrgica. Es una invitación a conocerla más y mejor, a imitar su amor incondicional a Jesús, Señor amado.
Recopilación de Plácido Ferracini – Encargado vicarial de formación