“Sentimos el deber de alabar y bendecir a Dios por este gran don que hizo a la Iglesia”.
Nuestra congregación en estos 170 años se ha ido expandiendo por las siguientes naciones: Colombia, India, Hungría y Chile y, por supuesto, en Italia, cuna de su nacimiento. En Chile estamos celebrando los 86 años de nuestra presencia.
Con sentimientos de profunda gratitud recordamos a nuestra Madre Fundadora: Sor M. Juliana Signorini, quien con sus dotes de madre supo luchar por nuestra familia religiosa que estaba pasando por momentos críticos, como sucede en cualquier familia. En ella reconocemos su audacia, su espíritu de sacrificio, su fe inquebrantable. Ella, como María Santísima ,se dejó guiar por la voz del Espíritu Santo; gracias a esto y a su gran amor a la Madre Dolorosa supo enfrentar las diferentes adversidades animando a sus hijas, las jóvenes religiosas, a no perder las esperanzas.
En reconocimiento al importante papel que ella jugó en la supervivencia de la Congregación, hemos fijado el día 20 de noviembre, día en que ella vivió su Pascua con el Señor, como el día Aniversario de nuestra Congregación.
Madre Eleonora Giorggi
Otra persona, no menos importante para nosotras, es Madre Eleonora Giorggi. Ella tenía un gran espíritu misionero, siendo nuestra “Madre Generala” de ese tiempo aceptó la propuesta de abrir una misión en Chile, específicamente en la Iglesia de Aysén, donde ya vivían los Siervos de María.
Madre Eleonora también tuvo que enfrentarse con aquellas hermanas que no estaban de acuerdo, especialmente por lo referente a la economía, pero ella a pesar de todas las contradicciones continuó con su proyecto que no era propio sino de Dios.
Empezó a preparar a las hermanas que la apoyaron y se ofrecieron para cumplir la Voluntad de Dios. Con el entusiasmo propio de la juventud las siete hermanas en 1938 emprendieron un largo viaje en barco que duraba al menos tres meses en llegar a Valparaíso, por lo que hubo tiempo para aprender un poco de castellano.
De las siete hermanas sólo cuatro partieron a Aysén; las otras tres se quedaron en Santiago prestando sus servicios entre los huérfanos que quedaron a causa del terremoto de Chillán.
Siervas en Aysén
Las hermanas que llegaron a Aysén fueron: Sor María Clotilde Barzagli, Sor Leonia Carloni, Sor Lucía Morgati y Sor Delfina Guernacini.
Creo que ninguna de ellas se imaginaba lo que encontraron en Aysén: soledad, enormes distancias, falta de medios de comunicaciones, los servicios de agua potable y electricidad, no existía; una alimentación muy poco variada; las casas, si así se le podía llamar, sin calefacción; etc. Solo fueron sostenidas por el amor de Dios, por la fraternidad vivida en comunidad y por el amor que le brindaron los pobladores de ese tiempo. Sostenidas por la gracia de Dios, de la Virgen, de sus cohermanas y familiares que se encontraban a miles de kilómetros de distancia pudiendo seguir adelante y luchar por aquellos que nosotros hoy gozamos.
En ellas existía ese gran deseo de servir a los hermanos al “estilo de María”.
Muchas han sido las hermanas que lo han dejado todo y se han puesto al servicio de los hermanos, tratando de dar lo mejor de sí, haciendo renuncias para poder acoger a las personas que Dios le ponía en su camino en la forma más digna posible.
Todo lo que podemos ver, la grandeza de nuestros colegios; ha sido fruto de toda la familia unida; la unidad hace la fuerza. Todo es nuestro, pero nada es nuestro. El día que nos vayamos solo llevaremos en nuestras manos el amor con que los hemos amado.
“Memoria agradecida”
Una vez más quisiera agradecer a Dios por tantas hermanas que han dado su vida por nosotros. Recuerdo entre tantas a: Sor Leonia, a Sor Fernanda, Sor Emiliana, Sor Juliana, Sor Filipina, Sor Evangelista, Sor Luiggia. (Q.E.P.D); y entre las que aun vivimos a Sor Augusta, Sor Margarita Tamayo, Sor Margarita Inés Palma; Sor Josefina, Sor Elisa, Sor Verena, Sor Lucía; que vinieron desde Colombia. Sor Marta Cecilia, Sor Elena; Sor Cielo; y tantas más.
Agradecemos a las que fueron nuestras Madres Generalas. Y que nos preceden en la casa del Padre: Madre Augusta, Madre Amelia; entre las que aún viven Madre Ángela, Madre Paola. Cada una para nosotras son personas preciosas que nos han apoyado en nuestro crecimiento y también en el desarrollo de nuestras obras de apostolado que ejercemos en los diferentes países.
Un “gracias” particular para nuestra actual Madre Generala, Madre M. Simona Goretti, quien comienza su segundo período después de seis años de Generala. Que el Señor y Nuestra Madre Dolorosa la iluminen y la fortalezcan para que continúe su servicio según el querer de Dios.,
Siempre es bueno recordar que toda obra tiene sus cimientos. Gracias a los que trabajaron para ponerlos.
Hermana Marta Vélez, Sierva de María