A PROPÓSITO DE LAS ELECCIONES REGIONALES Y MUNICIPALES 2024

Elecciones 2
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El 26 y 27 de octubre tendremos en Chile elecciones Regionales y Municipales, a saber, de alcaldes, concejales, gobernadores y consejeros regionales.

En la región de Aysén ya están puestos los nombres sobre la mesa. Algunos(as) irán a la reelección otros se presentan por primera vez. Es una elección importante porque tiene consecuencias para la vida de todos nosotros, ciudadanos, especialmente para las personas más pobres y vulnerables que dependen más directamente de las autoridades y las políticas públicas.

Como ciudadanos, tenemos que ser muy responsables y pensar e informarnos bien antes de votar. Conocer los programas que propone cada candidato. Su trayectoria personal y social en el servicio público y del bien común. Que sean realistas y posibles de implementar para que no nos vendan “humo”. Sin mencionar que nuestras decisiones tienen consecuencias más allá del ámbito municipal y regional porque terminan fortaleciendo y proyectando liderazgos políticos a nivel nacional (diputados, senadores, delegados, etc). Hoy cuando campea la corrupción de todos los colores, el “agarra Aguirre”, cuando hay más confrontación que diálogo; cohechos, promesas incumplidas, etc., (que ocurre, por lo demás en todas las instituciones públicas y privadas) los creyentes de todas las religiones y los cristianos en particular tenemos una responsabilidad mayor en el proceso electoral.

Fe y política

Aquí está en juego la dimensión política de la fe. Nadie puede permanecer indiferente ante la política y el proceso electoral, puesto que somos seres políticos y nuestras elecciones tienen consecuencias en la vida de todas las personas. Así como la fe y la religión pueden humanizar a las personas y a la sociedad (como nos recuerda el Papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti), cuando se pervierten y manipulan, pueden deshumanizar a las personas y convertirse en una fuente de prejuicios, odio, intolerancia y violencia en la sociedad. Ocurre en cualquier ámbito humano, más aún en la esfera de los que detentan el poder que les ha sido conferido por el pueblo que los eligió.

Algunas pistas que nos orienten

El obispo Luis Infanti, a propósito de la Semana Social del 2013, escribió un folleto que tituló: “La Fe y la Política se abrazan” (a propósito del año de la Fe) en donde en su motivación inicial nos recordaba que “la política es una dimensión relevante, no la única, de nuestra vida, pues es nuestro ejercicio y participación cotidiana en la búsqueda del bien común, de la justicia y de la paz”. (pág. 3).

Asimismo, es bueno recordar al pastor cuando se refiere al poder y autoridad: “la autoridad es un servicio basado en las competencias, carismas, cualidades, virtudes y capacidades de la persona. Cuando estos carismas son ejercidos para servir a los demás ayudándolos a tomar conciencia de su realidad y acompañarlos en un proceso de participación y solidaridad, y no para creerse superiores a los demás (por inteligencia, por posesión de bienes, por poder, por culturas, por religiones…), entonces la autoridad es un apoyo válido y necesario de crecimiento comunitario, sea en la sociedad sea en la Iglesia, favoreciendo la libertad y un proceso de madurez personal y comunitario” (pág 21).

De la confrontación al diálogo

Las nuevas autoridades elegidas por nosotros deben tener la capacidad y competencias para pasar de la confrontación al diálogo. Dejando de lado sus nichos ideológicos, sus “gustitos” personales, sus “así soy yo, ustedes me eligieron”, las descalificaciones, para trabajar por el bien común, especialmente los “descartados” de nuestra región.

Ciertamente, no es un proceso fácil pero proporciona un marco en el que las partes, que no se comunican de otra manera (o que, por lo menos, no se comunican abierta, atenta y analíticamente) puedan hablar y colaborar entre sí y oírse mutuamente, dejando de lado sus legítimas diferencias para trabajar por su gente. Para eso se requiere una madurez cívica, una “cultura del encuentro y del diálogo, de una amistad social” que se centre en intereses comunes. El Papa Francisco nos orienta en la Fratelli Tutti cuando dice que “acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo dialogar”, y de “buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos”. (Fratelli Tutti, Diálogo y Amistad social, págs. 135-138).

A modo de resumen:

1. No podemos dejar de votar, bien informados y libremente.

2. No podemos definir nuestro voto pensando en nuestros propios intereses (vínculos familiares, amistad, favores, etc).

3. Debemos respetar las elecciones de los demás, incluso si son diferentes o incluso contrarias a las nuestras.

4. Las diferencias electorales no pueden convertirse en intolerancia, enemistad o violencia.

No podemos acogernos a la ola del “todo vale” (mentiras, propagador de noticias falsas, difamación, agresión).

5. Incluso cuando no hay alternativas claras, aún debemos evaluar si una es peor que la otra.

6. Nunca votar por personas que están en contra de los derechos humanos, la protección del medio ambiente, las políticas sociales y que propagan prejuicios raciales, odio e intolerancia.

Por último, no podemos olvidar que nuestras opciones políticas pueden favorecer o dificultar la difusión del Evangelio de la fraternidad, la justicia y la paz. Y es bueno recordar con el Papa Pío XI que: “la política es la forma más elevada de caridad, sólo superada por la caridad religiosa hacia Dios”.

Por Ricardo Gómez – secretario pastoral