Te Deum 2022: “Señor, danos el don de la profecía”

Te Deum 2022
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Ante autoridades, representantes de la sociedad civil de la región y comunidades católicas el obispo vicario apostólico de Aysén, Luis Infanti, presidió en una fraterna Eucaristía el solemne el “Te Deum 2022” en la Catedral de Coyhaique, donde destacó que “hoy son tiempos de profecía”.

Inspirado en Lucas 16, 19-31 (el rico y el pobre Lázaro), el pastor de Aysén se preguntó: “¿Cuántos Lázaros hay entre nosotros, al lado nuestro, hoy? Lázaros ­—insistió—profundamente traspasados por el dolor y el sufrimiento”.

“Necesitamos —agregó en su respuesta— sanar urgentemente de los virus mortales que amenazan la paz, la democracia y la felicidad de nuestro pueblo… Eso es hacer una buena política”.

“Seguimos —dijo enseguida— buscando caminos para plasmar una nueva Constitución, en que nos reconozcamos y nos comprometamos a construir día a día un pueblo feliz, unido, responsable, libre, en justicia y en paz, con amor y con diálogo social”.

Por eso, expresó el padre obispo Luis, “necesitamos un plus de humildad, reconociendo nuestra fragilidad y valorando a los demás, superando las falsas presunciones de omnipotencia y de ser dueños únicos y absolutos de la verdad y del poder, suscitados frecuentemente por progresos técnicos y económicos. Pues, ‘nadie se salva solo’, nos advierte el Papa Francisco”.

“Son —concluyó el vicario de Francisco en la Patagonia aysenina— tiempos de profecía, tiempos para ser protagonistas en abrir caminos (también a través de las leyes y la Constitución) para fortalecer la confianza, la esperanza, el bien común, el diálogo social, la paz”.

El “Te Deum 2022” de la Iglesia de Aysén fue transmitido en directo por el medio vicarial Radio y Televisión Santa María y sus redes sociales. Compartimos el texto íntegro de la homilía y más imágenes de este evento eclesial al final de esta nota:

TE DEUM – Fiestas Patrias 2022

                                    SEÑOR, DANOS EL DON DE PROFECÍA

                                         Texto Bíblico: Lucas 16, 19-31 (el rico y el pobre Lázaro)

     Muy queridos hermanos y hermanas todos, muy estimadas autoridades, es una alegría poder estar hoy, aquí, alabando a Dios por cada uno de nosotros y por todo nuestro País, en este tradicional TE DEUM de Fiestas Patrias. Hay tradiciones que marcan nuestra historia y nuestra identidad. Somos un pueblo de fe y sentimos que sin una profunda espiritualidad somos como un árbol seco, del cual no esperamos ningún fruto.

     Hoy damos gracias a Dios por los abundantes frutos de bien que miles de personas, muchas de ellas desde el anonimato, sin los reflectores ni los micrófonos altisonantes, realizan solidaria, alegre, responsable y generosamente hacia los demás, cada día.

     Frente a tantas heridas de nuestras familias, de nuestras instituciones y de nuestro pueblo, estos ejemplos son un bálsamo de esperanza en que podemos confiar en un futuro más fraterno y en una Patria más humana.

     Vivimos un tiempo intenso de búsqueda para proyectar un país en democracia y acorde con los enormes y cuestionadores desafíos de este nuevo milenio.

     Seguimos buscando caminos para plasmar una nueva Constitución, en que nos reconozcamos y nos comprometamos a construir día a día un pueblo feliz, unido, responsable, libre, en justicia y en paz, con AMOR y con DIAGOGO SOCIAL.

     Tarea exigente, que nos cuesta implementar, vivir y celebrar. Lo hemos visto y sufrido en estos tiempos de pandemia, de odios, de soberbias, de violencias, de guerras, de marginaciones, de pobrezas materiales y espirituales, y también de marcadas indiferencias.

     El Evangelio que acabamos de proclamar parece reflejar el mundo en que vivimos.

     Hay dos personajes:

  • El rico, que goza de riqueza opulenta, buenos banquetes y salud. No tiene nombre, piensa sólo en sí mismo. A su lado tiene al pobre Lázaro, pero no lo ve, no lo escucha, no le habla, no lo toca. Para él, Lázaro no existe. San Juan nos dice que este es un HOMICIDIO. “Quien no ama es un homicida” (1 Juan 3, 15).
  • El pobre LÁZARO, tiene nombre, que significa “Dios es mi ayuda”. Sufre una pobreza denigrante, lleno de llagas, tiene sólo a unos perros de amigos.

     Viven uno al lado de otro, y sin embargo hay un ABISMO entre ellos. Pareciera que el rico no hizo nada malo, pero NO HIZO EL BIEN A SU HERMANO. Las riquezas, el poder, el egoísmo, el orgullo, la arrogancia, le paralizan el corazón.

     El pecado no es la riqueza, sino la falta de solidaridad, la cruel indiferencia, la falta de compasión.

     Es una ceguera y una sordera humana y espiritual, en no reconocer en el pobre Lázaro la dignidad de hijo de Dios, en no saber reconocer que en Lázaro está la carne de Cristo, que en sus llagas están las llagas de Cristo, esperando ser sanadas.

     Los dos tienen la experiencia de la muerte y allí resalta que la ETERNIDAD empieza aquí, en nuestra vida de cada día, en nuestras actitudes, relaciones, opciones, prioridades, valores y decisiones de cada día. Eso es construir Patria, al escuchar y acoger la Palabra de Dios y hacerla vida, es reconocer al CRISTO SUFRIENTE, y desde la Cruz del sufrimiento, LA RESURRECCIÓN. Eso es Vida Eterna.

     ¿Cuántos Lázaros hay entre nosotros, al lado nuestro, HOY?

     Lázaros profundamente traspasados por el dolor y el sufrimiento, heridos, muchas veces mortalmente, por las LLAGAS de la enfermedad, de la soledad, de la pobreza, del consumismo depredador, de la injusticia, de la migración, de la corrupción, de los abusos, del alcohol, del narcotráfico y las drogas, de los homicidios, de los femicidios, de familias destruidas, del anarquismo, de la manipulación política, del deterioro de nuestra hermana madre Tierra, de la falta de fe y de espiritualidad.

     Estos no son sólo dramáticos problemas sociales, psicológicos o políticos, son esencialmente PROBLEMAS ESPIRITUALES, DE INFIDELIDAD A DIOS Y A NUESTRO PUEBLO.

     Necesitamos sanar urgentemente de los virus mortales que amenazan la PAZ, la DEMOCRACIA y la FELICIDAD de nuestro pueblo. Necesitamos reconocer que TODO SER HUMANO ES SAGRADO, y merece acogida, compasión, respeto, solidaridad, misericordia. En una palabra: AMOR, don que Dios ha puesto en cada uno de nosotros y en el ALMA DE CHILE, sin dejarnos anestesiar el alma por ideologías y poderes opresores. Eso es HACER UNA BUENA POLÍTICA.

     Chile y la Patagonia han sido y necesitan seguir siendo una tierra fecunda de santidad, a ejemplo de Alberto Hurtado, Teresita de Los Andes, Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá. 

     Necesitamos un plus de HUMILDAD, reconociendo nuestra fragilidad y valorando a los demás, superando las falsas presunciones de omnipotencia y de ser dueños únicos y absolutos de la verdad y del poder, suscitados frecuentemente por progresos técnicos y económicos. Pues, “NADIE SE SALVA SOLO”, nos advierte el Papa Francisco.

     ¡Y cuanto bien nos haría también tener más tiempos de SILENCIO, para entrar en nosotros mismos, revisar nuestra vida, pedir a Dios que nos ilumine y guíe, discernir el rumbo de nuestro servicio a los hermanos.

     Son TIEMPOS DE PROFECÍA, tiempos para ser protagonistas en abrir caminos (también a través de las leyes y la Constitución) para fortalecer la confianza, la esperanza, el bien común, el diálogo social, la PAZ.

     Que en este Mes de la Patria el Espíritu de Dios nos ayude a ser “padres de un mundo nuevo” y no “hijos de la podredumbre del mal”.      Que Santa María del Carmen, Patrona de esta querida Patria nuestra, nos proteja de todo peligro, nos guarde bajo su manto de Gracia y nos fortalezca en la fe para que brille el sol de justicia, de santidad y de paz en el rostro, en las manos, en la mente y en el corazón de cada hijo e hija de esta tierra bendita que orgullosamente llamamos Chile. A M E N.  

+ LUIS INFANTI DE LA MORA, osm – Obispo Vicario Apostólico de Aysén

Coyhaique, 18 de septiembre de 2022