“Para todo hay remedio excepto la muerte…”. La muerte de Jesús, la muerte de Papa Francisco en el Tiempo Pascual.
El 18 de abril de 2025 hemos “celebrado” la muerte de Jesús Cristo. El 21 de abril ha terminado su vida el papa Francisco.
¿En qué se parecen estas dos muertes; en qué son “diferentes”?
Ambas son muertes verdaderas. Tanto la Cristo como la de Francisco han atravesado el paso de la muerte, la vida se ha apagado: el primero de manera dramática, el segundo al final de una larga vida.
El 20 de abril hemos celebrado la Resurrección de Cristo, así la muerte del viernes 18 no ha sido el final de todo. Jesús le ha “ganado” a la muerte, la vida la ofreció y la retomó.
El 20 de abril fue también un momento fundamental para el Papa Francisco porque luego de haber vivido la última Pascua comunitaria en la Plaza San Pedro, al día siguiente ha pasado por la muerte que no es el final de todo, gracias a la Resurrección de Jesús que le abrió la posibilidad de seguir el camino que culminará en la plenitud de los tiempos.
La muerte y la resurrección “iluminan” la vida y la muerte del Papa Francisco, así como la nuestra y la de todos.
Es así que el tiempo Pascual que, estamos viviendo, es un anticipo de la vida nueva, que ya aclara el día a día de la vida.
“Para todo hay remedio excepto la muerte”… ya no es verdad [aunque muchos lo repitan sin pensar en lo que dicen]; la Resurrección de Cristo es el remedio porque la calidad de su “vida” es inmensamente más plena y profunda que la vida que estamos viviendo.
Esta vida “nueva” ya la saboreamos parcialmente aquí en la Tierra como lo hizo durante 88 años el papa Francisco, y esta vida “nueva” sigue iluminando su camino hacia el Padre que es el mismo que nosotros recorremos, más temprano que tarde, en nuestra muerte.
Por lo general, se tiende a percibir y vivir más la Cuaresma con las cenizas, los vías crucis, el color morado, los ramos,… que el tiempo Pascual que le sigue, tal vez porque nos cuesta “imaginar” la resurrección, el Resucitado.
Te invito a vivir este tiempo como parte del Año Jubilar; abriendo los sentidos y la mente, y dispuesto a “entender” algo más este don que es la vida del Resucitado.
A reconocer los signos de la vida nueva, en tu vida-nuestra vida que, a ratos parece, vida vieja [y no por la edad].
Dedica un poco de tiempo, en la noche, para hacer un breve “recuento” de lo vivido en el día; intenta entrar en relación con personas que no son del círculo habitual de horizonte afectivo.
“Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen.
Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así”. Mateo 5, 46-47.
Plácido Ferracini – encargado vicarial de formación